domingo, 18 de octubre de 2015

Que nos dejen tranquilos

Cuando estamos agobiados por los niños cedemos ante la tentación y nos dejamos llevar por la solución fácil: les damos el celular para que jueguen, se distraigan y nos dejen tranquilos.1



En estos días me encontré en el supermercado con un amigo. Nos presentó a su esposa y a su hija mayor quién iba completamente abstraída con un juego de celular sentada en el carro de la compra. Mi amigo se dirigió a la niña, y ella ni levanto la mirada y tampoco prestó atención a lo que estaba pasando. Vaya cosa, me quedé pensando.
Mi comentario para él fue el siguiente. A los míos casi nunca les dejamos nuestros celulares. Cuando lo hacemos, es en la casa y además no tenemos juegos instalados en ellos.2 No quiero decir que yo nunca he caído ante la tentación de darles un juego o ponerles la televisión para que nos dejen tranquilos. Tenemos un par de iPads en casa. Pero la cuestión es que sólo en casa es cuando les permitimos usarlos. Por fuera, por lo general les pedimos que estén atentos a lo que estemos haciendo.
En el caso del mercado, pienso que la mejor manera de controlarles sus impulsos es involucrarlos en la actividad. Hacerlos partícipes de la compra. Que tomen decisiones. Si coger tomates grandes o pequeños. Dejarlos que ellos cojan las cosas que suelen comer. La mezcla para pancakes, el ketchup, los yogures, etc. De esta manera, se sienten más responsables de la compra. Están atentos a los pasillos donde están las cosas que les gustan y en la práctica molestan menos.
Alo y Nico jugando al supermercado.
Toma tiempo y paciencia, pero la verdad es maravilloso verlos involucrarse en la compra. De hecho en casa, los dos juegos que mas les gustan y que juegan a diario es la cocina y el supermercado.
En la cocina de casa ocurre algo parecido, a veces creemos que echarlos es el mejor mecanismo para que estén a salvo y no se quemen, o se hagan daño. En realidad, es sólo curiosidad y no hay que truncarla. Lo que nosotros hacemos es llevarlos a la cocina y les explicamos qué pueden hacer y qué no. Yo los dejo que mezclen, que echen la sal, que adoben, etc. Incluso con Alo, lo dejo que corte ciertos alimentos con su cuchillo de niños. Su compromiso en la cocina es excepcional. Esta misma mañana dejaba que Nico me ayudara a preparar el café. La pasó genial. La cocina es el mejor laboratorio de la vida. Nos llamamos chef los unos a los otros y nos tomamos muy en serio lo que hacemos. Yo soy el “chef grande”, Alo es el “chef mediano” y Nico el “chef pequeño”.
Haciendo arepas.
Con la excusa de que nos dejen tranquilos, los estamos alienando de la vida cotidiana y de las experiencias que le servirán para luego convertirse en adultos competentes. Que no se nos extrañe de los adolescentes que no saben preparar un plato de comida o hacer mercado. Si como padres no los involucramos en nuestras actividades y los hacemos corresponsables de lo que hacemos nunca lo tomarán en serio o serán conscientes de lo que significa ser adultos.

  1. Que dejen de molestar con J.
  2. Tengo que reconocer que si tengo un juego instalado, es de carreras de autos y sólo lo jugamos en casa con el Apple TV. Así que cuenta más como un juego de consola que juego de celular.

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